Diferir está bien, es lo que nos hace únicos, “Cada cabeza es un mundo” suelen decir cuando alguien expresa sus ideas y no se parecen a las nuestras. En el ámbito del libre albedrío es que cada persona ejerce un sistema de creencias y convicciones que son el ancla al cual sostiene su vida.
Los conflictos se generan cuando esos sistemas de creencias se confrontan con los de otra persona y en nuestro análisis, nos resultan adversos, injustos y en ocasiones inaceptables. Aprender a manifestar una inconformidad con bondad es una de las herramientas que utilizamos los mediadores para ayudar a las partes a gestionar los conflictos.
Poder hablar de sus intereses y necesidades sin descalificar, juzgar o catalogar a la otra persona o sus motivaciones, utilizando un lenguaje neutral, abre los canales de la comunicación. Frases como “tú siempre” y “eres un ventajoso!” se pueden cambiar por: “frecuentemente o en ocasiones” y “me siento en desventaja cuando...” y expresan las mismas emociones de una manera más bondadosa y efectiva.
La bondad es una virtud y requiere de un esfuerzo deliberado por escoger utilizar expresiones verbales que no dañen ni generen en el otro sentimientos negativos.
¿Por qué menciono la palabra bondad? La bondad es una virtud y requiere de un esfuerzo deliberado por escoger utilizar expresiones verbales que no dañen ni generen en el otro sentimientos negativos. La bondad es casi irresistible para el interlocutor, “baja las defensas”, eleva el nivel del debate y casi siempre provoca responder a ese mismo nivel. La bondad implica un grado superior de autocontrol que redunda en mejores relaciones interpersonales, pero además su práctica continua se convierte en un hábito. Como ven, discrepancia y bondad pueden ir de la mano, cuando de gestionar y resolver conflictos se trata.
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