Como todo lo que ha sufrido daño por los embates del tiempo, la convivencia, la desconfianza, la costumbre y el descuido hacen que las relaciones sufran deterioro con el paso del tiempo de manera inevitable. Por lo tanto optar por “rendirse” e iniciar mejor otra relación, que es lo que frecuentemente se hace, conducirá necesariamente al mismo proceso, porque eso le hacemos las personas a las relaciones.
Poder recuperar y reencauzar el rumbo de una relación afectiva, depende de al menos estos dos factores: querer y hacer.
Si al menos una de las partes posterior a una reflexión honesta y profunda sobre el estado que guarda su relación, experimenta inconformidad al respecto y decide ser intencional para buscar conciliar todas aquellas diferencias que surgieron, demostrando así un verdadero interés hacia la otra persona, es altamente probable que esta última responda a la convocatoria de trabajar por el mejoramiento de la relación, debido al enorme poder que tiene el interés manifiesto o “el querer”.
La parte a la que le llamamos “hacer” requiere como su nombre lo indica obrar en consecuencia, accionar y determinar y es quizás un muy buen momento para acudir con un profesional tercero neutral o mediador que mediante técnicas de comunicación asertiva orienta a las partes a establecer diálogo de maneras que muchas veces no han logrado por sí mismos. Todo esto durante un proceso al que llamamos mediación cuyo propósito principal es el logro de acuerdos que permitan la gestión y transformación de sus conflictos y por consecuencia de su relación.
De esta reflexión se puede concluir que no basta con querer, para obtener resultados se requiere hacer.
Comments